miércoles, 30 de julio de 2014

SER INDEPENDIENTES


Ya no es casualidad, sino es una costumbre que casi todos los días los medios de comunicación informen que el nivel de aprobación presidente de la República Ollanta Humala  este por los suelos, pues el capitán “Carlos” o “Cosito” es fuertemente cuestionado por gran parte de la población que confió en la “Gran Transformación”, y que hoy ve que nada de eso se está cumpliendo, algo que alardeó tanto durante su campaña pre-presidencial. Para nadie es extraño saber que Nadine se ganado de muy buena forma el apodo de “comandanta” y “ama de palacio” que dirige el rumbo del país; que para muchos solo acelera la devastación institucional del estado, consecuencia de su papel protagónico.

Pero tomemos aire y empecemos a reflexionar que el Perú no solo lo hace Ollanta y sus secuaces. EL Perú es un país pluricultural, donde el habitante más humilde hasta el mejor acomodado tiene que saber cómo es que llegamos a ser un país independiente y en qué cosas podemos contribuir en nuestra trayectoria republicana. Olvidemos la elección de María Solórzano como presidenta del Congreso, a Ana Jara sentada en el sillón de la PCM, el discurso del 28 de julio, la parada militar, etc. Ahora entendamos la independencia, cantando la tan cuestionada estrofa del himno nacional.

¿Qué es la independencia?

Cómo entender el largo proceso que derivó en la independencia del Perú. Muchos historiadores consideran la independencia como una guerra muy larga. Una guerra que no se inicia con el desembarco de San Martin en Paracas en 1820. Sino una guerra que se inició diez años antes, cuando se produce la crisis de la monarquía española, recordando que la península fue invadida por las tropas francesas y que este ocasionoó el cautiverio de la familia real.
Durante este tiempo en el Perú hubo brotes independentistas o libertarios, sobre todo en el gobierno del Virrey Abascal. Es en la década de 1810 cuando se inicia la guerra. Cuando el virreinato peruano asume una actitud ofensiva, no solamente aplacando en el territorio del virreinato cualquier intento autonomista e independentista, sino que de nuestro territorio salieron tropas para combatir a las juntas de gobierno supuestamente separatistas o revolucionarias que se habían encendido en Quito, La Paz, Santiago, etc.
Al final del gobierno del Virrey Abascal en 1816, éste, aparentemente sale victorioso a nivel militar y político, por contrarrestar cualquier intento independentista. Este esfuerzo trajo un gran desgaste económico al virreinato. 
Otro capítulo de la larga guerra por la independencia va desde la llegada de San Martin hasta el retiro de Bolívar. El virreinato peruano toma actitud defensiva y pierde porque es el final del Perú borbónico. La culminación del Perú borbónico es el logro de la independencia del Perú, es decir la derrota de los virreyes y la derrota del ejército realista en la batalla de Ayacucho (1824).
La guerra de la independencia fue muy compleja. En primer lugar la dimensión del territorio del virreinato peruano abarcaba una extensión bastante grande, que incluía no solamente lo que ahora es Perú sino Bolivia, en los territorios que ambos países han ido perdiendo a lo largo de su vida republicana, ya sea por guerras o tratados internacionales. La diferencia en la estructura social, la población de un millón trescientos mil habitantes aproximadamente, estaba dividida por criterios que hoy en día son bastante extraños incluso exóticos. La sociedad colonial era jerárquica, donde había una serie de grupos sociales antagónicos entre sí, que no tenían la misma expectativa e interpretación de la guerra, teníamos mestizos, indios, esclavos negros, españoles (peninsulares y criollos), aristócratas y plebeyos. Existió conflicto en las localidades, por ejemplo mientras Huamanga era patriota, Huanta era realista.
Cada grupo social dependiendo de su posición en la estructura y su ubicación en algún lugar del territorio, tenía una visión de la guerra y una expectativa de la independencia distinta. Así como ahora hay muchas formas de ser peruano y todas son totalmente legítimas; en esa época cada uno entendía la patria de distintas maneras.
No se puede entender el siglo XIX peruano sin saber el drama de la independencia. Es un momento idóneo para ser un alto en el camino y reflexionar sobre nuestra trayectoria republicana, evaluando todo aquello que ha quedado pendiente. Pues en la capitulación de Ayacucho, se encontraban dos grandes temas, que lo tuvieron todos los países como el Perú. Construir el orden republicano, cambiar el antiguo régimen a un orden republicano de carácter liberal y progresivamente democrático. El otro gran reto construir el estado nación.
Pronto estaremos celebrando el bicentenario (2021), y que mejor forma de llegar consolidados con esos dos grandes temas, que hoy en día aún faltan mucho por hacer para llegar a ellos. El compromiso de las autoridades y del pueblo deber ser el máximo, a pesar de las dificultades que puedan existir, tomemos la disciplina y la responsabilidad como sustento de algo mejor.
Ahora celebremos fiestas patrias, la fiesta de todos. Hagamos sentir que todas las regiones tienen mucho que decir en comparación de la primera dama.


SHARY

martes, 29 de julio de 2014

EL RIESGO ES QUERERME

En el momento exacto en el que estaba segura que lo quería, él me hablaba de las dudas que tenía. Yo nunca le dije las mías, jamás creí en que él era el más afanador de su aula, ni mucho menos el más picaflor. Me dijeron que era irresponsable y todo lo que yo no necesitaba en mi vida, que estaba lleno de marañas y que su corazón hace tiempo tenía dueña. Todo eso me dijeron y no creí. Ahora me pregunto por qué no lo hice; la respuesta, un adolorido suspiro y una lentísima lágrima recorriendo mi mejilla luego de haber esperado tanto para salir.

Tonta, tonta, tonta y una vez más tonta. Sí en tu trabajo te equivocas te despiden, ¿se puede despedir a cupido ya? Qué complicado es ese tema del amor, supongo que disparar correctamente esas flechitas tampoco es algo fácil. Una vez leí un artículo, decía que el amor no se da en el corazón, se da en el cerebro y que todo está comandado por él. Un mito leído también es que los seres humanos están unidos por una línea roja junto a su pareja de por vida. Yo creo que hasta el día de hoy no logro hacerle caso a la razón y mi pita roja debe estar tremendamente enredada por el mundo.

Sé que no soy la chica más bonita que conozcas ni de la que nadie se enamoraría a primera vista, sé que no tengo los ojos perfectos ni una dulce sonrisa, no tendré el cuerpo que todo hombre desea con esa cintura dispuesta a volver loco a cualquiera. No soy anoréxica, tampoco obesa. No soy alta y menos chata. Ni rubia ni morocha. Tengo miles de defectos, muchos amigos y bastantes conocidos. No soy la más inteligente de mi grupo, pero estoy dispuesta a asumir retos. No tengo dinero de sobra y menos ando mendigándolo, no soy una santa pero tampoco una puta. He madurado con los daños y no con los años, confío mucho y me arrepiento poco. Sé que no soy una mala persona, pero la sociedad me hace actuar a su manera. Soy una loca dispuesta a vivir cada segundo como si fuera el último, alguien que ha caído pero ha aprendido, soy hija, hermana y amiga, alguien que mil veces ha llorado pero mil y una ha sonreído. Mi sonrisa hoy puede tener un nombre, mañana una desgracia, pero nunca se marchará. En la vida voy de la mano de mi indispensable familia, en mi entorno rodeada por mis amigas y amigos, pero en el amor somos yo -mi orgullo- y mi amor dispuesto a darse sin medidas ni condiciones, dispuesta a ser la más querendona doncella o la más libidinosa damisela.

CarDi

martes, 1 de julio de 2014

ADMIRACIÓN



Aún después de volver a casa, aquella imagen permanecía en su cabeza: ella, a su lado, envuelta por la luz opaca que apenas lograba perpetrar por la ventana de la habitación y rodeada por un halo de aquel humo tóxico tan agradable para muchos. En aquel momento, no pudiendo evitarlo, exclamó: “Déjame tomarte una foto”. Lo quería, lo deseaba. Necesitaba guardar esa imagen para siempre; temía que, en la fragilidad de su mente, aquella visión se perdiera tan igual a otros tantos recuerdos ya idos. “No”, fue la respuesta de ella. Ahora, reflexionando en la soledad de su cuarto, se dijo que aquello era lo mejor. Una fotografía jamás podría capturar en todo su esplendor aquella manifestación. Serían simples formas y colores; pero jamás podría oler nuevamente aquel perfume ceniciento que emanaba tanto de los labios de ella como del delicado ser filiforme que yacía entre sus dedos. Siempre había admirado en ella que, a pesar de su heterodoxa femineidad, a pesar de esa tronante risa que ingresaba en los oídos como una suerte de relámpago, a pesar de eso, en todo momento, habitara en ella esa elegancia que muy pocas mujeres detentan. Ella poseía un porte patricio, una presencia argentina de aires imperiales. Ella sabía mantener en todo momento un aspecto de reina; aun cuando en su andar arrastrara los pies. Pero en aquel instante, inevitablemente, en un motu proprio, él sintió ganas de que jamás terminara aquella visión. Hubiera sido capaz de contemplarla sin cansarse: el cigarrillo entre los dedos, el humo que la rodeaba y la coronaba como si fuese una entelequia, una quimera, un ser celestial que está de paso por este mundo para hacer alarde de su magnanimidad. Sí, aquella imagen sería imborrable, ella permanecería en su memoria como los sempiternos dioses romanos. En su memoria aún flotan esas palabras que quiso decir frente a ella, pero por temor, vergüenza u orgullo, o por las tres cosas juntas, se abstuvo de pronunciar: “En estos momentos, eres hermosa, mucho más de lo que te puedas imaginar. Eres la fusión de la reina Elizabeth con Cleopatra, la reina de Saba, la Gioconda, la Maja Vestida y la Maja Desnuda. Eres todas ellas y, sin embargo eres tan original que todas ellas pierden su luz junto a ti”. En aquel momento quiso hacerlo; pero ahora, recostado sobre su cama, piensa que el quedarse callado fue lo mejor. Quizás ella lo hubiera tomado a mal, incluso como una declaración de amor. Pero no era nada de eso, era simplemente: admiración.

Noel