Tengo vicios diversos, pero
te aseguro que el que más me hace daño es la poesía. Y tú que me crees un príncipe
por hacer versos, soy más bien, un masoquista, como lo conversamos hoy. Sabes,
desde tu último escrito he pensado mucho en eso de que no eres una princesa y
que no tienes los gustos que otras sí, he hallado en ello algo de verdad y algo
de oscuro, creo que no eres como las demás, pero también que esa es una forma
de decirme que NO sutilmente. Lo entiendo, hasta lo asumo.
Soy
casi tan complicado como la filosofía de dios, y tan simple como su no
existencia en mi mente. Un día te quiero, al siguiente un poco más y al tercero
te olvido. Debo confesar que me hallo en el segundo día. Suelo pensar cómo
serías si fueras algo más para mí, si yo sería algo más para ti; seguramente te
llenaría de detalles y seguramente que los aceptarías con una sonrisa, con una
de esas que tanto me gustan, pero por dentro sentiría que hago mal, que te
aburro, pues discretamente te saldría el odio a la rutina, y tu desdén por las
cosas materiales, y a mí, que me gusta observarte tanto, no se me haría difícil
notarlo.
Debe
ser que nuestro amor no es de este mundo, debe ser que no me merezco tanto, y
que tú no mereces tan poco. Es verdad, ahora que recuerdo una de tus líneas,
soy el último romántico, pero no quiero serlo, yo solamente deseo quererte,
creo que ahí es donde empieza mi romanticismo y terminan mis posibilidades. ¿Es
pecado enamorarse?, vaya, pecado, y yo que no creo en dios, cambiemos, ¿es un
error enamorarse?, pues creo que es una tontería, aunque esa tontería sea el
verso más cierto que escribas, la carta más sentimental sin enviar, los besos
más inolvidables o lo más bonito por vivir. Tú lo sabes, y yo, bueno, ahora lo
sé.
Tranquila,
no haré más, he comprendido, te dejo esto para que lo leas y te des cuenta de
que no puedo decirlo de otra forma, que la oralidad no es lo mío. Ya veremos,
estoy en el segundo día y muchos versos irán para ti, mañana tal vez aún me
encuentre en él, pero pasado o después será inevitable un tercer día, y bueno,
ya dije lo que pasa entonces.
Bohemio.
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