miércoles, 26 de marzo de 2014

BLANQUIRROJA, TU HISTORIA.


A finales del siglo XIX, llega al Perú el deporte rey. Marinos ingleses que en ese entonces eran asiduos visitantes del puerto del Callao, introdujeron la disciplina deportiva que años más tarde y en la actualidad, haría palpitar con fuerza pueril el corazón del más anciano y con orgullo al más ajeno. El fútbol fue formando su vida larga a la vez que era más popular, primero con los residentes ingleses que eran sus fieles adeptos en suelo patrio, y luego con los mismos peruanos hechizados por su pasión. Se formó entonces una rivalidad intercontinental, a pequeñísima escala. Posteriormente vendría la época de informalidad y de adaptación, es decir no había clubes aún. Se fundan los primeros clubes en los albores del siglo XX (Alianza Lima 1901, U 1924, por nombrar a los compadres). En 1922 aflora la FPF, en el presente secuestrada por Manuel Burga, y en 1926, nace la Liga Peruana de Fútbol. La FPF se afilia a la Confederación Sudamericana de Fútbol en 1925, paso esencial hacia una selección definitiva, mas no sería hasta 1927 que, oficialmente, nuestra amada blanquirroja vería la luz del campo y sentiría la voz del aliento en aquel sudamericano del cual fuimos anfitriones y quedamos en tercer lugar.

Así nació, bella y para siempre, nuestra blanquirroja.
1927


Son sorprendentes los cambios que han pasado por nuestra prenda más amada en cuanto al diseño, muy sorprendentes, mas el pecho sigue gritando los goles con el mismo entusiasmo a pesar de ellos. José María Lavalle, Alberto Montellanos, Segundo Aranda, Alejandro Villanueva y Rodolfo Muro, delanteros de aquella primera selección, llevaron la indumentaria nacional en 1927 por primera vez y que consistía en una camiseta listada roja y blanca, parecida hoy en día a la de Paraguay, con un short blanco y medias negras.

1930
Luego, para el mundial de Uruguay en 1930 al que fuimos invitados, se luciría una nueva camiseta, ésta vez con el cuello rojo las mangas color blanco y en el lugar del corazón y dignamente el escudo nacional pero sin laureles, el atuendo restante no vio cambios.
1935

1935, Perú era designado como sede de la Copa América. El público peruano no solo vería brillar a las mejores selecciones del continente sino también vería una nueva representante de su alegría en el campo de juego: con el cuello rojo, mangas blancas, una franja roja horizontal en el centro y concluyendo el diseño, el escudo de la FPF. Además la novedad también eran las medias blancas desde los tobillos con rojo en la parte superior.
1936-Presente
Para 1936, en las olimpiadas de Berlín, Perú llevaría en el pecho la primera blanquirroja con la franja diagonal que nos enorgullece tanto. El debut de la nueva prenda nacional fue tan representativo como polémico, ese año Perú abandonaría dichas olimpiadas con rumores de injerencia del mismísimo Führer, al ver su país natal, Austria, perder por cuatro goles a dos contra el nuestro. Estos rumores han sido investigados y desmitificados, Hitler no tuvo nada que ver, el embrollo fue otro. En fin, ese año marcó el nacimiento de la que hoy en día vemos luchar en el campo junto a los corazones de quienes la llevan y de quienes con amor la alientan.

Luego de todos estos cambios han sucedido otros pero menos notorios, como los de 1997, cuando para las eliminatorias de la copa del mundo de Francia, se usaron rombos de líneas paralelas en la franja, el escudo de la FPF en el costado izquierdo del torso y una linea alrededor del cuello, estos al final no se mantuvieron y se apeló a la creación de nuevas camisetas pero siempre inspiradas en la de 1936, que es la que hasta nuestros días nos representa como alma en la cancha.

Es cierto que la agonía de gloria ha venido mermando en unos y otros la confianza en el equipo, es cierto que cada vez más nos acostumbramos a inflar el pecho hipócritamente por otro país en los mundiales, en ausencia del nuestro; pero también es cierto que cuando la blanquirroja salta a la campo de juego el pesimista confía y ve el optimismo, el triste esboza una sonrisa, el viejo vuelve a ser niño y el peruano más indiferente, duro e indolente, vuelve a creer y amar a su patria, aunque sea por noventa minutos sin importar el llanto de la derrota y con la esperanza siempre en la alegría del triunfo.

Una sonrisa, el orgullo por los colores y el olvido de las tristezas por noventa minutos, esa es la magia del fútbol.

El Bohemio.


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