jueves, 24 de abril de 2014

¿POR QUÉ SE SIGUE JODIENDO EL PERÚ?


Es viernes por la tarde; y tendré que escuchar las dulces palabras de mi madre a través del imprescindible aparato digital; le hablare de mi amor platónico hacia una joven, y de la forma en como desconcentra y aturde mis sentidos. Esta adquisición del romanticismo en mis neuronas, está siendo percibida por las personas que viven conmigo; mis actos demuestran como estoy, pero  no es fácil saber que amo con la esperanza de que me dé una sonrisa y el sí de su corazón; pues el que ama sin esperanza, está tocado por la idiotez y devastación, además sería quedarse a esperar una lluvia en el Sahara. A Chirly en cambio, no le interesa el deseable fatalismo romántico por el cual estoy atravesando; está convencida de que son las seis de la tarde, y que en la televisión empieza lo mejor. Johanna San Miguel finge en su programa, ser la jueza de una sala constitucional de lima; impartiendo hipócritamente autoridad para hacer justicia frente a un problema entre los dos bandos de su programa, sucio y asquerosamente armado desde la producción. De pronto Johanna improvisa una pelea, contra una integrante de las tribus o bandos; Jazmín Pinedo; producto de un libreto armado. ”Estas hablando desde afuera”, “respeta Jazmín, respeta Jazmín”, dice ella seriamente. Y Jazmín fingiendo un carácter irritado, responde: “tú crees que puedes faltarme el respeto a mí”. 


En las noches; el único espacio nocturno que inducia mi distracción, con cosas que a mí me gustaban, y que sustituían lo último en telecomunicaciones, era el fenecido y sepultado programa “Prensa Libre”, de Rosa María Palacios, despedida de américa tv en el 2011, por un bajo rating. Ahora todo se basa en lo chicha, en la repetición de formatos vulgares en todos los canales, pero tenemos que esclarecer que el término chicha, es visto como una cultura que no tiene el nivel de aquellos que pueden gozar y estar preparados para consumir un tipo de cultura compleja. En un mismo horario; el menú nocturno de los canales de televisión abierta de mi país, empieza a extenuarme con su reiteración audiovisual; en Frecuencia Latina, Carlos Galdós, que para mí es el mejor monólogo del país; se presta para los toscos diálogos armados con la producción en “La noche es mía”. En ese mismo instante, en Panamericana tv, Aldo Miyashiro, rescatable guionista y actor del cine peruano, se disfraza del alumno novato junto con sus reporteros y asistentes, escenifican una escuelita de conocimientos alborozados, para maquillar su verdadera finalidad, que es seguir la reincidencia de las diez de la noche, esto es : “Enemigos Públicos”.
En los años 90; los diferentes medios de comunicación fueron duramente criticados (en un mayor porcentaje a los medios impresos); tuvo a la televisión  en el centro de cuestionamientos, por parte de los diferentes grupos políticos adversos al régimen de Fujimori Fujimori. Se comentaba que los titulares en los noticieros eran construidos, fingidos, financiados por el fiel asesor presidencial y cabeza del SIN; para hacer quedar mal a la oposición del gobierno fujimorista o encubrir una inestabilidad política. Bastaba encender la televisión; y ver los principales noticieros, para encontrarnos con situaciones de agresividad sin límites dentro de una familia y hasta su repercusión en el todo social; apelando al morbo para captar las diferentes emociones de las personas, como lo hacía la señora Laura Bozzo. Entonces podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿Qué diferencia hay entre la televisión de hoy, con la que se difundía en el tiempo de Fujimori?. Pero tenemos que rememorar nostálgicamente la década de los noventa; el conflicto interno que se vivía en nuestro país, producto de la anarquía desarrollada por Sendero Luminoso y el movimiento Revolucionario Túpac Amaru; cooperaban a que los principales noticieros de la televisión, exhibieran la brutalidad de estos grupos subversivos, sangre derramada en el asfalto; torres alta tensión derrumbadas; dirigentes de pueblos jóvenes, estudiantes y profesores, asesinados.

Lo que no podemos ocultar es que hasta hoy en pleno siglo XXI; nuestra televisión a través de los distintos noticieros nacionales, nos siguen presentando el mismo menú en el desayuno, almuerzo y cena, como hablan las abuelas. Y los titulares son: “José Palomares Rondón se sumó a la mujer de 63 años que murió tras el impacto entre una combi de Orión y una coaster”; “conmoción por el hallazgo de dos ancianas muertas”; “violador de una menor de edad fue condenado a treinta años de cárcel”; “el valor de la verdad, de flor polo lidero la sintonía”. No tengo mucho que solicitar de la carta, en un menú que desde mi punto de vista siempre trae lo mismo, sangre, muertos, violaciones, cuitas familiares, y lo peor de todo, farándula que pelea en la mendacidad más sucia, formando un psicosocial. Es verdad que actualmente la función que cumple el reportero en el periodismo, es visto con resentimiento desde una facción poblacional; por mostrar de una manera dramática la narración de noticias que ocurren dentro de la realidad de nuestra sociedad, por fomentar la violencia en los principales noticieros y en algunos casos banalizar la muerte, violación, secuestro,  etc. De una forma u otra, la noticia es noticia; sin embargo no podemos crear dentro de nuestro entorno social, el miedo, el pánico. Donde el salir a la calle para interaccionar con los demás miembros sociales, sea hoy en día visto como el sitio que debemos evitar en todo momento, pues el temor a ser asaltado, atropellado, secuestrado o asesinado por un sicario, se convierte en algo común que debemos eludir. Los medios de comunicación deben trabajar junto con las diferentes instituciones estatales; para buscar soluciones a los diferentes conflictos sociales que se presentan en nuestra realidad; ver a la delincuencia no como algo que se debe eliminar con la pena de muerte, sino como un problema social que involucre trabajar organizadamente, a todos en general para encontrar el bienestar social. 

La pantalla peruana está convirtiéndose en una jungla de “combate” y “esto es guerra”; con jóvenes  musculosos, bronceados, pintosos que rivalizan en pruebas físicas, agregando historias de amor y peleas tejidas desde la producción. Esto instaura paradigmas dentro de nuestra comunidad, sin discriminar condición económica, edad, sexo. A mi parecer el joven peruano es el más afectado, en la formación de su identidad, el respeto a la dignidad de sí mismo y los demás. Esto se traduce en la búsqueda de perfeccionismo físico, cirugías plásticas; obsesión por poseer una imagen figurativa, aventurándose con la salud y batallando en la familia, por poseer dinero. El nuevo modelo, el ideal peruano; es visto por la juventud, como un tipo astuto, hábil, musculoso para ser exitoso; no es muy importante la persona intelectual que sobresale por su trabajo. 
El  espacio televisivo debe tener más debate sobre temas de interés nacional. La libertad que tienen los medios para expresarse; debe contribuir en la formación y educación de niños y jóvenes, y entretener de manera saludable a los demás. Cuando empezamos a informarnos sobre la televisión en otros países, podemos encontrarnos con una televisión parecida; pero hay una educación de primera calidad, partidos políticos consolidados, espacios de discusión y propagación de información y cultura; neoliberalismo distribuido en toda su dimensión territorial. Los grandes temas que deben importar a nuestro país, están ausentes; no conocemos temas de fondo, con respecto al desarrollo sostenido y eficiente que debemos realizar; ni siquiera podemos entender lo que significa la mentada inclusión social del señor Ollanta Humala y el peligro de un camuflado grupo subversivo llamado Movadef. En la época de Fujimori había una oposición real a los antagonistas; y ahora se está construyendo ciudadanos que pierden la capacidad de indignación, personalidad, preocupados por si mismos; es decir la sociedad se está desintegrando. Los grandes empresarios de la televisión; poco les importa el impacto en la salud mental y formación cultural de los jóvenes  con los programas que se difunden actualmente; saben que en este negocio el rating y el dinero les da de comer. En el estado peruano, es difícil confiar en una autoridad; adolecemos de una institucionalidad para regularizar la transmisión de programas, además sería peligroso que lo hiciera, pues perfilaría como control de medios, antidemocrático, atacar al liberalismo con una daga.
Eres libre de elegir lo que deseas ver, y libre de saber qué hacer con lo que ves; con una televisión que no quiere asumir metas grandes y comunes para nuestra sociedad, me parece que somos un país que nunca estuvo completamente preocupado, más bien despreocupado.

 Shary………………………………

2 comentarios:

  1. Muy buena reflexion, ojala otros jovenes pudieran darse cuenta tambien, menos mal que tengo cable pq esos programas me enferman.

    ResponderEliminar
  2. La televisión sigue en camino penosamente retrospectivo; mostrémosle repudio a esa mierda televisiva que enferma aún más a nuestra poco culta sociedad

    ResponderEliminar