martes, 1 de abril de 2014

EL LOCO Y LA LOCA

A Milixita.

Nadie nunca supo de dónde vinieron, casi nadie creyó lo que dijeron y una vez que se fueron, ya nadie supo más de ellos. Llegaron de la nada, aparecían cuando menos se esperaban y se esfumaron como vinieron. Decían ser hermanos gemelos, lo cual podría ser verdad ya que a pesar de que ella era una morenita de cabellos oscuros y él un gringuito de cabellos rubios, sus rostros y cuerpos eran idénticos: los mismos labios, la misma nariz, las mismas orejas. Pero lo que más saltaba a la vista eran sus ojos: él tenía el izquierdo de color azul y el derecho totalmente blanco sin iris; en ella los ojos eran los mismos, pero en las posiciones contrarias, azul el derecho y blanco el izquierdo.
Decían ser una sola persona en dos cuerpos distintos, que así como Dios era uno y tres a la vez, ellos eran uno y dos al mismo tiempo. Decían tener visiones sobre el mundo futuro, decían haber estudiado las profecías de Nostradamus y decían poseer el manuscrito original en donde Lucía escribiera otrora los tres misterios de Fátima. Decían cosas por aquí y por allá, de esto y de aquello, de todo y de nada. Decían y decían. Y lo decían ambos, pues siempre hablaban al unísono, siempre caminaban juntos –él a la izquierda y ella a la derecha–, siempre se sentaban juntos e incluso había quien afirmara que iban al baño juntos.
 Se les veía andar por todo sitio. Algunas personas aseguraban que podían estar en más de un lugar a la vez: que doña María los vio a las nueve de la mañana en el mercado mientras a esa misma hora don Carlos los había visto por la posta médica y doña Asunciona los vio vagando por el cementerio. Sobre ellos se decía que eran locos que se habían escapado del manicomio, se decía que eran seres hermafroditas, hasta se llegó a decir que eran los ángeles que dios habría de mandar a la tierra antes del fin del mundo. Y a pesar que vivían aquí, nadie nunca supo cuál era su dirección.
Nunca se les vio comer bocado alguno, nunca se les vio beber agua ni jugo, refresco o gaseosa. Se dijo que eran vampiros, licántropos, mutantes e incluso extraterrestres. Ellos decían venir de un lugar en donde todos habíamos estado y que no recordábamos. Decían ser nuestros hermanos, que éramos sus padres y sus madres y ellos nuestros hijos, decían ser nuestros antepasados más remotos y nuestros futuros descendientes. Decían y decían y todo al unísono.
Hablaban de futuras guerras, de futuros desastres. Decían que habrá una época en que un gran agujero se abriría sobre el cielo y que un antiguo dios vendría con sus flamas a incendiar nuestro mundo, decían que las aguas de los mares invadirían las tierras continentales y que el mundo entero se fragmentaría. Decían haber vivido en el pasado y que venían de un futuro distante. Decían haber encontrado los manuscritos en donde Da Vinci daba la fórmula para la creación de la piedra filosofal, decían saber la receta del elixir de la juventud, decían poseer la lanza que hirió el costado de Jesús y decían tener los restos de las tablillas de Moisés. Decían y decían y todo al unísono.
Siempre andaban juntos, siempre en la misma posición: ella derecha y él izquierda. Solo cuando tenían visiones cambiaban lugares, él derecha y ella izquierda, cerraban sus ojos azules y mantenían los ojos blancos abiertos. Una vez terminada la epifanía, regresaban a sus respectivos lugares y narraban lo que vieron: algunas veces visiones, otras veces algún arcano. Decían saber los grandes secretos del mundo: que José se encontraba en el infierno pues nunca perdonó que Dios violara a su esposa, que Judas estaba en el paraíso junto a Barrabás y Pilatos por ser los principales contribuyentes a la misión redentora de Jesús, decían que Jesús, luego del sufrimiento que pasó en este mundo, abandonó el cielo y ahora vive en el infierno y que junto a Lúcifer, Adán, Eva, los habitantes de Sodoma, Caín y sus descendientes, planean la batalla para derrocar a Dios. Decían y decían y todo al unísono.
Así como daban sus profecías que comprometían al mundo entero, también daban profecías sobre personas particulares: que aquel vecino sufriría un accidente, que aquella vecina recibiría malas noticias, que esto y aquello. Decían y decían y todo al unísono. Y lo más raro era que, a pesar de ser sujetos muy extraños, las personas escuchaban con atención lo que decían y llegaban a aseguran que sus profecías se cumplían, pues don Epifanio murió atropellado y doña Orfelinda recibió la noticia de que su hijo estaba preso por arrollar a un señor con su taxi.
Desde entonces siempre se les vio seguidos por uno que otro poblador. Al principio no eran más de cinco, luego fueron veinte hasta que llegaron a superar los cien. Así estuvieron un tiempo, hasta que poco a poco los seguidores dejaron de verse por el pueblo, llegando a desaparecer todos sin saberse a dónde fueron. Se dijo que los gemelos hacían sacrificios con ellos para un dios despiadado y que luego de sacrificarlos, se comían los cuerpos y bebían la sangre. Se dijo que por las noches de cuarto menguante iban a las afueras del pueblo y celebraban rituales que terminaban en orgía y que los gemelos eran personas incestuosas y sadomasoquistas, que fornicaban sin descanso hasta el amanecer ante la vista y paciencia de sus seguidores.
Llegó un día en que, luego de desparecer por completo su séquito, los gemelos se fueron del pueblo para reaparecer años después diciendo que habían estado estudiando los escritos mayas y habían descubierto que el fin del mundo no sería en el 2012, sino en el 2102. Llegaron diciendo que era necesario estar alertas, que una invasión extraterrestre se avecinaba, dijeron haber estado en los cuarteles del Sector 7, que habían visto cadáveres de alienígenas, y que los pocos extraterrestres que estaban con vida vivían encerrados en calabozos. Decían y decían y todo al unísono. Llegaron hablando, y la gente creía, la gente les seguía y nunca dejaron de estar tras de ellos. Cada vez sus peroratas convencían a más personas. Llegó el momento en que ya todo el pueblo les seguía: por aquí, por allá, arriba, abajo. 
Él y ella fueron de pueblo en pueblo, alertando sobre la gran invasión alienígena, y con cada pueblo que visitaban, su séquito aumentaba. Por supuesto había quienes se mantenían escépticos en el tema; estas personas, luego de la partida de los ahora autodenominados profetas, desaparecían sin dejar rastro. Su séquito pronto llegó a proporciones enormes: casi todos los habitantes de la región les seguían. Las autoridades al enterarse de la situación, temieron que este grupo humano fuera a expandirse por todo el país, para luego iniciar una revolución interna con la pantomima de estar preparándose para la gran invasión alienígena. Se decidió entonces capturar a los dos líderes.  Al principio mandaron a un escuadrón, el cual nunca regresó. Luego dos más, que tampoco regresaron. Y con cada escuadrón que enviaban, el séquito aumentaba. Pronto los gemelos convencieron a toda la región, y ya empezaban a expandirse a las regiones vecinas. Las autoridades, por su parte seguían enviando expediciones para detener la rápida expansión de esta sociedad. Los muy pocos que lograban regresar con vida, contaban que esas personas estaban poseídas por los espíritus, y que los gemelos los controlaban gracias a una marca que ellos personalmente les hacían a sus seguidores. Los soldados decían haber visto a los gemelos haciendo brujería, que en plena batalla invocaban a un demonio que asesinaba a cuanto ser se le cruzara, siempre que no tenga una marca en la frente. Los soldados aseguraban que por ese motivo los otros soldados se unían a los rebeldes.
Y las cosas se complicaron cuando medio país estaba de lado de los gemelos. Entonces inició una guerra que terminaría con la masacre de un cuarto de la nación. Cuando la comunidad internacional se enteró de esto, emitió un aviso de alerta a los demás países, los cuales por consenso mundial, decidieron que la única forma posible de zanjar el asunto era hacer lo mismo que se hizo en Japón. Así, dos días después, tres aviones cargados con dos bombas nucleares cada uno, sobrevolaron la nación y minutos después se la nación quedo desolada.
Desde entonces han pasado décadas, y aunque se han dado varios avistamientos de ovnis, son muy pocos los que creen en una posible invasión. La gente ya olvidó lo sucedido y en los mapas no aparece más aquel país. Ahora de lo que se habla es de una señora que dio a luz a gemelos, un niño de piel morena y una niña de piel blanca, que salieron del vientre de la señora al mismo tiempo y que lloran y lloran y siempre al unísono.

Noel.

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